Quería que mi primera entrada en este blog fuera especial, sobre algo o alguien que me apasione, que me cause ternura, empatía y muchísima curiosidad. No podía empezar este blog sin pasar por escribir sobre uno de mis personajes históricos preferidos: don Juan de Austria.
Pero… ¿Quién era Juan de Austria?
Si en cualquier buscador pones la palabra <<bastardo>> , sale él. Ha quedado para los anales de la historia como el gran bastardo, que vivió y sufrió el rechazo de su familia y que al final de su niñez, pudo disfrutar del cariño de su padre, que no era ni más ni menos que el mismísimo Carlos I, más conocido como <<Carlos V el emperador>>. Para acercarnos a don Juan de Austria, tenemos que hacer un pequeño árbol genealógico para situarlo:
Así que como vemos, el pobre bastardo, nacido el 24 de febrero de 1545 o 1547 en Ratisbona, hijo de una bella y joven cantante alemana, criado en un recóndito pueblo de Extremadura, no es ni más ni menos que el hijo de Carlos I (en su imperio nunca se ponía el sol), nieto de Juana de Castilla, llamada malamente <<la loca>> y por lo tanto, bisnieto del famoso matrimonio real denominado <<Los Reyes Católicos>>.
Su infancia
No fue fácil su vida. Nació debido al affaire que tuvieron sus padres cuando el rey Carlos, ya viudo, emprendió un viaje de asuntos políticos por el Sacro Imperio Romano Germánico. En un momento de debilidad y asombrado por la voz y belleza de la joven Bárbara Blomberg, nació en absoluto secreto y fue llamado como su padrastro y tutor, Jerónimo Pyramo, que guardó el secreto y fue muy bien pagado por ello otorgándole un excelente puesto en la corte de Bruselas.
El Emperador, siempre supo de la existencia de este niño, pero celoso de su intimidad y un poco avergonzado de haber faltado al luto de su esposa, Isabel de Portugal, ocultó al pequeño, aunque ya retirado en el Monasterio de Yuste, aquejado de gota y cercano a su ocaso, quiso estar en paz consigo mismo y mando traer al pequeño Jerónimo de aproximadamente tres años a España. Fue entonces cuando el mayordomo del Emperador, Luis de Quijada, firmó en Bruselas un acuerdo con un violinista de la corte llamado Francisco Massy que a cambio de 50 ducados, se haría cargo de la educación del pequeño junto con su mujer, Ana de Medina. Pocos meses después de firmar el acuerdo, en 1551, el pequeño Jerónimo y sus cuidadores, se trasladaron a Leganés (Madrid) .
Ya en España, se hizo circular el rumor que el pequeño Jeromín (que hacía una vida totalmente igual a los otros niños que vivían allí), era hijo de un cortesano alemán y que había venido a España para adquirir una buena educación, pero poco le duró al pequeño bastardo la vida sin responsabilidades, pues había llegado a oídos del rey Carlos, que el pequeño estaba totalmente desviado de una educación cortesana.
Su cuidador, Massy, había fallecido y don Luis de Quijada, consideró que había que corregir la educación del niño, así pues en el verano de 1554, el niño fue trasladado al castillo de Villagarcía de Campos (Valladolid), donde el propio mayordomo real y su esposa, Magdalena de Ulloa, que se encandiló del pequeño como si de su hijo se tratase, cuidaron del infante, socorridos siempre por su maestro de latín Guillén Prieto, el capellán García de Morales y el escudero Juan Galarza. Quijada, guardó el secreto del Emperador y jamás desveló cual era la procedencia del pequeño.
Conociendo a su padre
Carlos V sabía de su existencia y en su retiro cuasi cotemplativo, quiso conocerlo. Aquejado de gota y otros achaques, retirado en el monasterio de Yuste, el emperador ordenó a Luis de Quijada y esposa, que se trasladasen a vivir a la aldea que estaba a los pies de del monasterio, Cuacos de Yuste y que el pequeño infante, le visitase con frecuencia.
Padre e hijo se conocieron, se dice que el joven visitaba a su padre y ambos compartían charlas, consejos y muchas horas de compañía, mientras hacía su vida el la pequeña aldea de Cuacos, con los otros niños.
Carlos el Emperador, el 6 de junio de 1554, redacto un codicilo en el que por fin reconocía a su hijo:
«por quanto estando yo en Alemania, después que embiudé, huve un hijo natural de una mujer soltera, el que se llama Gerónimo».
Poco tiempo más tarde, a finales de 1554, Carlos V siguió sin cambiar su testamento (en el que no aparecía el pequeño Jeromín) pero sin embargo, añadió un anexo con estrictas instrucciones de que el contenido solo fuera leído por su hijo, el rey Felipe II a su muerte. Entre otras cosas, en ese testamento el Emperador decía que tenía cierta preferencia a que su hijo fuera fraile, y que había que sustituir el nombre de Jerónimo por el nombre con el que sería conocido a través de la historia: don Juan de Austria.
De Jeromín a don Juan de Austria
Después de la muerte del Emperador, los hermanos del joven Jeromín, querían conocerlo y así fue, durante mayo de 1559 conoció a Juana y el 28 de septiembre conoció a Felipe II que lo reconoció como miembro de la realeza, le otorgó el nombre de Juan, le nombro caballero de la Real Orden del Toisón de Oro y le asignó una casa propia siempre con la ayuda de don Luis de Quijada.
Felipe II, mandó a su hermano a estudiar a la Universidad de Alcalá de Henares donde también lo hacían sus sobrinos Carlos (el último Austria tristemente conocido como <<el hechizado>>) y Alejandro Farnesio , de su misma edad.
Pasando los años y viendo que el joven descartó por completo la idea de ser fraile, el rey Felipe II le nombró Capitán General de la Mar, tras una hazaña contra los turcos acontecida en 1565 en la que el propio rey, le pidió a su hermano por carta que desistiera. El joven se rodeó de grandes consejeros como el famoso almirante Álvaro de Bazán.
La carrera militar de don Juan, arrancó impresionantemente; en 1568 combatió la contra los piratas berberiscos en el Mediterráneo. En 1569, Felipe II destituyó al marques de Móndejar y puso a su hermano frente a la capitanía General de las Fuerzas Reales y amainó la sublevación de los moriscos en el Reino de Granada, una batalla conocida como <<La rebelión de las Alpujarras>>, donde perdió la vida su tutor, don Luis de Quijada. en 1570 El infante siguió sitiando, pacificando , conquistando y en 1571 , cuando los moriscos ya no eran un problema para el rey Felipe II, que había sido reacio, decidió unirse junto al Papado y Venecia a la Liga Santa contra los turcos y puso al mando a su hermano, don Juan de Austria. Tales eran sus valías y dotes militares, que el propio Papa Pio V lo creía un enviado de Dios.
Su gran triunfo: Lepanto
Cerca de 30.000 hombres y 326 barcos (naos, fragatas, galeras…) combatieron el 7 de octubre de 1571 en el golfo de Lepanto en la archiconocida Batalla de Lepanto (la que supuestamente participó y perdió un brazo Cervantes), que fue la gran victoria cristiana sobre los turcos. La heroicidad del infante don Juan y el éxito de haber triunfado, recorrió toda Europa conmocionando a la sociedad de aquella época. El secreto del triunfo de esta batalla, fue por las decisiones que tomó el infante, que se valió del almirante Bazán y por el afable y conciliador carácter que sirvió para limar asperezas con la Santa Liga.
Felipe II y la conspiración
Al margen de sus excelentes triunfos militares, Juan de Austria era muy afectuoso, y había ganado el favor y el aprecio de todos cuanto le conocían. Esto y junto a su intachable carrera militar, plagada de triunfos, le sirvió para ser enaltecido tras la Batalla de Lepanto como el gran héroe de la cristiandad.
Durante el trascurso de 1572, una delegación albanesa le ofreció el trono, pero este declinó la oferta ante la negativa de su hermano. El papa Gregorio XI escribió una misiva a Felipe II pidiéndole un reino propio para su hermano, pero este, nuevamente se negó y la relación de los hermanos empezó a llenarse de desconfianza.
Felipe II utilizó a su secretario y hombre de confianza, Antonio Pérez para que descubriera las intenciones de su hermano, que en ese momento, quizás cegado por los triunfos recogidos, ansiaba invadir Inglaterra.
Tras muertes y rebeliones, en 1576, el rey Felipe II le nombró gobernador de los Países Bajos españoles , ya que no tenía otra opción puesto que el nuevo gobernador tenía que ser español y de la realeza. La entrada a Bruselas en 1577 fue entre vítores y triunfante, pues Juan de Austria había conseguido pacificar aquellas tierras y saldar las deudas de los tercios viejos de Flandes.
El final del infante
En 1578, preocupado por el asesinato de su secretario, Juan de Escobedo (desencadenada por la conjura de los válidos y personas cercanas al rey Felipe) y con falta de solvencia para hacer guerra en Flandes, el infante cayó en depresión y escribió a su hermano Felipe varias cartas conciliadoras y una última voluntad: que tras su muerte, quedase como su sucesor su sobrino, Alejandro Farnesio y que sus restos mortales fueran trasladados a España y enterrados cerca de los de su padre, Carlos I. Y así fue.
El 1 de octubre de 1578, con 33 años, don Juan de Austria murió tras un tifus que no pudo superar. Murió una leyenda, un héroe y tras su muerte, Felipe II cumplió su voluntad y sus restos mortales están enterrados en el Panteón de Infantes del Monasterio del Escorial, cerca de los de su padre, en un mausoleo único en el mundo que su hermano Felipe, arrepentido y agradecido, mando hacer.